«En cada persona adulta hay un niño o una niña que sigue vivo»
El neuropsiquiatra Jorge Barudy ofreció una conferencia sobre la relación entre el afecto recibido y la salud mental de los menores. Pablo Suárez Gijón. El Comercio.
El bienestar de los niños debe ser una de las mayores prioridades para los adultos. Así lo considera el doctor chileno Jorge Barudy, neuropsiquiatra, terapeuta familiar, psiquiatra infantil y autor de varios libros que constituyen una auténtica fuente de información para numerosos expertos. Ayer ofreció una conferencia, organizada por la Fundación Hogar de San José, en el paraninfo del Colegio de la Inmaculada, en la que incidió en la relevancia social que puede llegar a tener el trato, bueno o malo, que se les proporciona a los niños. «Un buen trato a la infancia permite la buena salud neurológica de la sociedad. No olvidemos que en cada persona adulta hay un niño o una niña que sigue vivo», afirmó al comienzo de su ponencia.
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Para Barudy, la esencia de todos los seres humanos y, a su vez, la base de la neuropsiquiatría es el amor y la dependencia absoluta del buen trato. «Pese a que pueda parecer un punto de vista algo neohippie, es la rotunda realidad. Cuando alguien te empuja en el autobús o te contesta mal en la caja de un supermercado, es algo que vives organísmicamente», explicó, a la vez que recordaba que los niños que sufren malos tratos siempre tienden a moverse en círculos de consumo de drogas, maltrato a la mujer o violencia en general. «Puede ser que a alguno de ustedes les haya tocado la vía difícil, pero si están aquí es porque en algún momento han conocido el buen trato, ya haya sido en el vecindario, en la escuela o en cualquier otro lado», sentenció.
Barudy, ofreció en su conferencia una definición de lo que considera un buen trato infantil. Una definición compuesta de varios factores tales como comunicarles afecto, «aunque con cuidado»; estimulación a través de la enseñanza y el refuerzo; protección, «que no significa volverse paranoicos»; educación, «ayudando al niño a ser capaz de autorregularse», y socialización, «para que el niño sienta que es parte de una manada específica». Para el doctor chileno, la neurociencia ha ayudado a acotar el campo de acción de la genética. «El genotipo determina el tener la nariz grande, poco pelo... pero la forma de estar en el mundo está absolutamente modelada por la experiencia interpersonal», aclaró.
Uno de los términos más repetidos en la charla de ayer fue 'resilencia', algo que Barudy define de la siguiente manera: «La resilencia es clave en un niño. Es el acceso a la espiritualidad, al sentido de la vida. Entender la resilencia es muy importante para ese niño que acabará siendo adulto», dijo.